La herencia de la modernidad en la poesía contemporánea
- SORIA CARO, PASCUAL JESÚS
- Alfredo Saldaña Sagredo Doktorvater/Doktormutter
Universität der Verteidigung: Universidad de Zaragoza
Fecha de defensa: 09 von Februar von 2016
- José Ángel Blesa Lalinde Präsident/in
- Ignacio Escuín Borao Sekretär/in
- Miguel Ángel Muro Munilla Vocal
Art: Dissertation
Zusammenfassung
Se ha estudiado la herencia de la modernidad en la poesía contemporánea, lo que implica analizar como cada movimiento que la ha constituido (romanticismo, simbolismo y vanguardias) ha dejado su influjo estético, ideológico y ontológico en ciertos poetas actuales que asumen rasgos de los movimientos anteriormente citados como parte de una estilística individual, que les lleva más allá del lenguaje y del pensamiento establecido por la razón y la moral, abriéndose así en su discurso a un ejercicio poético de la diferencia, la otredad, la voz libre perdida en la escisión racional. El yo primigenio que pretendía recuperar el romanticismo era el no-yo, un sujeto libre anterior a la escisión de la razón y de las leyes morales, filósofos y poetas del romanticismo alemán e inglés abogaron por recuperar esta otra voz libre perdida, la que podía residir en un estado natural anterior a nuestro ordenamiento social, lógico y racionalizador. El simbolismo creo imágenes que cabalgaban los límites de la lógica, abarcando el desierto de todo aquello que se siente, piensa, pero que no tiene correspondencia en los límites racionales del lenguaje convencional. Su propuesta demostró como el lenguaje tiene sus vacíos ontológicos, sus exclusiones de significados y realidades a los que no se les ha permitido ser, existir. Las vanguardias destruyeron el lenguaje y nuestra concepción de lo real, ya que había que abrir el yo a ese estado del no-ýo perdido, bucearon en el subconsciente, en otros niveles más libres y ocultos de dicho yo silenciado por nuestro pensamiento logocéntrico. Algunos poetas posmodernos han asumido todas estas rupturas ónticas, estéticas e ideológicas generando un lenguaje otro, abierto al silencio, a lo que ha quedado fuera del logos, a las otras verdades desplazadas fuera del centro de poder creador de significados únicos que no dejan su espacio a esas otras realidades. Todo esto se traduce en la muerte del lenguaje, el pensamiento y el yo como sustentadores de un orden de lo real que deja fuera de sus fronteras otras visiones y versiones legítimas, otras, libres, diferentes. Hemos estudiado como el lenguaje poético debe favorecer la insurrección contra la construcción de la realidad, caracterizándose por la ruptura de las verdades preceptivas, los significados, las creaciones antropológicas a la medida del poder. El lenguaje que se deriva de la poesía del silencio y de la disolución del yo forma parte de una crisis de lo real, de la duda del lenguaje como transmisor de significados no alienantes que delimiten todo lo que debe comprender nuestra mirada del mundo.