Historia de la investigación del romancero en la tradición moderna en Andalucía

  1. Vega de la Muela, María del Carmen de la
Dirigida por:
  1. Pedro Manuel Piñero Ramírez Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 04 de febrero de 2004

Tribunal:
  1. Piedad Bolaños Donoso Presidenta
  2. José Manuel Camacho Delgado Secretario/a
  3. José Manuel Pedrosa Bartolomé Vocal
  4. Rogelio Reyes Cano Vocal
  5. Francisco Domínguez Matito Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El Romancero de tradición oral es el conjunto de baladas más rico del mundo occidental que ha sido capaz de sobrevivir desde la Edad Media hasta hoy. Esta poesía, cantada generalmente por las gentes iletradas que lo han transmitido de generación en generación, se ha convertido en una de las expresiones poéticas más genuinas de la extensa comunidad hispánica, de la que, en los últimos años, los especialistas del género, repartidos por todo el mundo, han iniciado la tarea casi imposible de completar el gran mapa romancístico panhispánico y de perfilar los rasgos diferenciales de cada zona. Desde los comienzos de la década de 1980, participa en esta titánica empresa el grupo andaluz de investigación del Romancero, formado por los componentes del “Área de Literatura Oral” de la Fundación Machado y los miembros del equipo “Romancero de la Tradición Moderna en Andalucía” de las Universidades de Sevilla y Cádiz, del que formé parte en sus inicios, y que, dirigidos por el profesor Pedro M. Piñero Ramírez, ha llevado a cabo el proyecto de recuperación, transcripción, ordenación, archivo y publicación de este valioso material romancístico. En 1983, cuando cursaba el cuarto curso de licenciatura en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, asistía a la primera reunión que organizaba el profesor Piñero en el Departamento de Literatura Española con los componentes del que entonces se denominaba “Seminario de Estudios del Romancero de Andalucía Occidental”. Su entusiasmo pronto contagió a todos los que formábamos entonces el equipo, y nos animaba a descubrir y estudiar el romancero y la lírica popular, que siempre han estado relegados y a la sombra de la literatura culta y escrita como si fueran manifestaciones vulgares sin ningún valor, y, por esto, olvidados en los programas de los cursos universitarios. Precisamente esta consideración tan negativa de los géneros tradicionales se debe, en parte, a una falta de conocimiento de esta poesía que convive en la memoria colectiva, por lo que su recuperación y estudio son imprescindibles para comprender cómo este impresionante patrimonio inmaterial ha superado el paso de los siglos y todavía vive como patrimonio de los pueblos hispánicos. Fue entonces cuando descubrí que esas cancioncillas que cantaba jugando a la rueda en el patio del recreo del colegio o en la cena de Nochebuena con mi familia eran romances. Santa Catalina, La doncella guerrera, Don gato o Las doce palabras retorneadas forman parte del romancero infantil que don Ramón Menéndez Pidal ha señalado como el último eslabón de la cadena tradicional del romancero en sus numerosos trabajos sobre el género: “Donde ya todo el romancero está olvidado, quedan aún los niños cantando su pequeño repertorio. La última transformación de un romance y su último éxito es el llegar a convertirse en un juego de niños” . Los romances no solo forman parte de mis primeros recuerdos, sino que además, desde la década de los ochenta hasta ahora, el Romancero ha ocupado una buena parte de mis estudios y trabajos que he ido publicando a lo largo de todos estos años. Primero participé en alguna de las encuestas colectivas que se realizaron en aquellos primeros años del Seminario y en la transcripción y ordenación del material que poco a poco se iba recopilado. Estos trabajos y la asignatura que sobre el Romancero impartía el profesor Piñero dentro del programa de los cursos de doctorado me permitieron conocer de cerca la tradición oral y poder llevar a cabo una encuesta en Chipiona, que tuvo una orientación académica, cuyo corpus de romances y canciones líricas obtenido en la localidad gaditana y su estudio presenté como tesis de licenciatura en junio de 1986. Al año siguiente, participaría con una comunicación, que daba cuenta de lo realizado por el grupo de investigación hasta ese momento, en el IV Coloquio Internacional del Romancero, organizado por la Fundación Machado con la colaboración del Seminario Menéndez Pidal; y, posteriormente, colaboraría en las I Jornadas de Literatura de Tradición Oral, organizadas por Centro de Profesorado de Jerez de la Frontera en la colaboración de la FM, y en el II Congreso Internacional “Lyra minima” en la Universidad de Alcalá de Henares, celebrados en 1998. Atendiendo a la situación en que se encuentra actualmente la investigación del Romancero de la tradición oral en Andalucía, que se puede calificar de periodo histórico por los espectaculares resultados obtenidos en el conocimiento y en los estudios realizados en las últimas décadas, el profesor Piñero me propuso reconstruir detalladamente el papel que ha desempeñado esta gran zona en las distintas etapas por las que ha pasado este género, desde que surgiera en los primeros decenios del siglo XIX, que presento en este trabajo.