La precariedad laboral y los nuevos espacios de exclusión social

  1. Manzanera Román, Salvador
Dirigida por:
  1. Manuel Hernández Pedreño Director/a
  2. Pilar Ortiz García Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Murcia

Fecha de defensa: 22 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Esther Raya Díez Presidenta
  2. Pedro Jesús Hernández Martínez Secretario/a
  3. Juan Antonio Santos Ortega Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación, que toma la forma de Tesis Doctoral, tiene como objetivo general el análisis de la relación entre el trabajo y las formas precarias de empleo con las situaciones de vulnerabilidad y exclusión social. Este objetivo ha sido abordado con técnicas cuantitativas y cualitativas. Así, junto al análisis de las fuentes secundarias de información estadística como son, fundamentalmente, la Encuesta de Población Activa y la Encuesta de Condiciones de Vida, también se ha realizado un estudio discursivo de entrevistas a expertos del ámbito institucional y a individuos que se encuentran en procesos de precariedad laboral y de vulnerabilidad y exclusión social. La investigación se contextualiza en un momento en el que más de una quinta parte de la población activa se encuentra en paro, la temporalidad alcanza a casi la cuarta parte, un 15% de los trabajadores se encuentran ocupados en una jornada a tiempo parcial y casi un 30% de la población se encuentra en situación de riesgo de exclusión social. Esto parece indicar que la precariedad laboral es una realidad en el contexto de un mercado de trabajo profundamente segmentado, mientras que la exclusión social es un fenómeno patente para numerosos grupos sociales. La precariedad laboral ha experimentado en los últimos años un doble proceso de extensión e intensificación, de manera que cada vez son más los grupos sociales que se han visto desplazados del segmento central del mercado de trabajo hacia la periferia. El trabajo, aunque sigue manteniendo su posición central de influencia sobre el resto de dimensiones de la exclusión social, ha dejado de tener capacidad integradora. Ha emergido como dimensión desencadenante de los procesos de vulnerabilidad y exclusión social, habiendo potenciado los factores de exclusión de la economía, la salud, la vivienda y la participación ciudadana. Únicamente la educación y, sobre todo, la red socio-familiar de apoyo contrarrestan la fuerza centrífuga del trabajo, pues son capaces de evitar procesos de vulnerabilidad y exclusión social. Este hecho ha sido potenciado desde el ámbito institucional con las últimas reformas laborales que han servido como instrumento para desestabilizar el equilibrio entre empresarios y trabajadores a favor de los primeros, así como para desproteger de derechos laborales a los últimos. El sometimiento de éstos se ha visto intensificado con las políticas públicas desarrolladas por las instituciones en los últimos años, de manera que la precariedad laboral se ha erigido como un instrumento de biopolítica. El proceso de extensión e intensificación de la precariedad laboral ha tenido consecuencias sociales que han cristalizado en un idéntico proceso para la exclusión social y en el incremento de las desigualdades sociales. De esta manera, la precariedad laboral y la exclusión social afectan a una proporción importante de la población y los relatos asociados a tales hechos sociales llegan a modelar la vida de los individuos, redefiniendo los nuevos espacios sociales y laborales de la exclusión social. Los cuatro espacios del mercado de trabajo identificados son el centro inestable, el semicentro, la semiperiferia y la periferia, los cuales definen la situación o posición de los trabajadores ante la precariedad laboral y los procesos de exclusión social. En estos nuevos espacios se incluyen grupos sociales que de manera crónica han estado afectados por la exclusión social, aunque también se observa la aparición de grupos sociales emergentes: en primer lugar, las personas mayores de 50 años en situación de desempleo de larga duración u ocupadas por cuenta propia como reacción al desempleo –semiperiferia y periferia–; en segundo lugar, los jóvenes de baja y alta cualificación desempleados u ocupados en trabajos temporales –semiperiferia y semicentro, respectivamente–; y finalmente, los trabajadores de entre 35 y 45 años ocupados por cuenta propia de auto-iniciativa y en trabajos temporales –centro inestable–. Las estrategias de adaptación son distintas: las de los jóvenes son activas y las del resto son pasivas –solicitud de ayudas no contributivas o consolidación de su situación laboral–. Los cambios habidos en las últimas décadas han generado un nuevo modelo de cohesión social que se caracteriza por tener unos espacios de vulnerabilidad y de exclusión más amplios y profundos que han sufrido cambios en su valoración social; hasta la inclusión social ha sido devaluada al considerarse como integradoras situaciones laborales y sociales que en el antiguo modelo eran consideradas como propias de la vulnerabilidad o incluso, exclusión social. Además, el nuevo modelo de cohesión social está basado en la desigualdad social, la desprotección y la individualización de las relaciones sociales, suponiendo un importante ataque a la sociedad salarial.