Freilas, seroras y beatas vascas: personalidad y caracterización (c. 1500-1650)
- Arza Alday, Florencio
- Ángela Atienza López Directora
Universidad de defensa: Universidad de La Rioja
Fecha de defensa: 19 de junio de 2015
- Gloria Ángeles Franco Rubio Presidente/a
- Francisco Javier García Turza Secretario
- Elena Catalán Martínez Vocal
Tipo: Tesis
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Resumen
RESUMEN DE LA TESIS La tesis comienza con una alusión a las beatas, freilas y seroras de la actualidad, a modo de reconocimiento a todas aquellas que he tenido ocasión de conocer. La primera fue la difunta Felicitas Ibáñez de Garayo ermitaña de Nuestra Señora de Aiala de Alegría-Dulantzi (Álava-Araba), a quien conocí hace veintisiete años; y la última Carmen Lezameta, actual ermitaña de Nuestra Señora de la Antigua de Orduña (Bizkaia). Su total dedicación y entrega personal ha inspirado en buena medida esta tesis doctoral. En la introducción ofrecemos un estado de la cuestión que repasa todo lo que se ha publicado sobre nuestro tema, al que le sucede una aplicación de aquellas cuestiones manejadas por la historia de las mujeres que entendemos contribuyen a revalorizar sus protagonismo como es el concepto de ¿invisibilidad¿. A continuación nos ocupamos de diversas claves feministas como la de ¿género¿, por cuanto nos ayudan a interpretar y sacar conclusiones de las fuentes a las que hemos tenido acceso. Es precisamente la variedad de fuentes y la riqueza de sus contenidos lo que completa la introducción. Hablar de beatas, freilas y seroras, implica tener muy presente dos elementos fundamentales: nos referimos a un oficio muy definido, que además estaba desempeñado por mujeres (aunque el trato que recibieron fue de ¿personas¿), desde tiempos inmemoriales, que es sin duda una de sus características más reconocidas y acreditadas. La variedad de términos que es posible utilizar y combinar para definir sus cometidos, nos servirán para tomar conciencia de la riqueza de conceptos que guardan relación con ellas, pero el hecho es que cada una de ellas es única e irrepetible lo que convierte en casi imposible proponer una definición que integre y sintetice todos aquellos elementos que componen su personalidad. Ello nos permitirá tomar contacto con toda la problemática que las acompañaban, así como proponer hipótesis ciertamente sugestivas, tales como su deseo de diferenciarse; o que el ser beata, freila o serora representara una ¿tercera vía¿ que les permitiera romper con la disyuntiva a la que se reducía la capacidad de elección de cualquier mujer de aquella época: casarse o ser monja, pues entendemos que ellas buscaron ser en todo momento protagonistas de sus vidas, y en sus futuras compañeras vieron plasmado que era posible alcanzar ese objetivo. El que esto llegara a ser así, nos permitirá sustraerlas de una cuestión tan delicada como era el ¿dirigismo familiar¿, aparte de ponerlas a salvo de la soltería forzada a la que se verían condenadas muchas otras mujeres casamenteras por falta de oportunidades, entre otros motivos por la falta de varones. El que además debamos tener en cuenta el que existieran otro tipo de mujeres a las que se las define como ¿libres¿ o ¿sueltas¿, según sea el contexto en el que aparecen, nos permite completar el panorama de mujeres que quedaban fuera de los patrones de la época, que nos sirve para contextualizar a las beatas, freilas y seroras. Evidentemente sólo podían convertirse en beatas, freilas o seroras aquellas mujeres que respondieran a un perfil perfectamente establecido. Pero no podemos menos que reparar en el hecho, hasta ahora no suficientemente tenido el cuenta, de que fueron las propias candidatas las que lograron que todo no se redujera a cumplir con ese perfil. Para ello reclamaron y consiguieron que las posibilidades de resultar elegidas no estuvieran ligadas a su solvencia económica, también lograron que se las aplicaran condiciones ventajosas como fueron las facilidades de pago mediante el fraccionamiento de la dote en diversos plazos, las hijas de viudas que tuvieran en cuenta su situación debilidad social, sin olvidarnos de que incluso se procuraron apoyos tan significativos como el respaldo de uno o varios fiadores. No menos interesante resulta todo aquello de lo cual hacen gala, encabezado por su arraigo a la tierra, que se convertía en un argumento decisivo para que se las franqueara el acceso. Pero si hay algo que resaltarán de sí mismas para acreditar su valía es el que se muestran como mujeres tremendamente celosas de su fama y consideración, un extremo que necesariamente debemos destacar de su perfil de personalidad, lo cual no entraba en contradicción con que estuvieran en contacto con el mundo de la pobreza y la marginación. Todo esto debía ser valorado por quienes las nombraban, por lo tanto las cuestiones relativas a sus elección, permanencia y destitución resultan ser de obligado análisis. A este respecto no sólo debemos referirnos a una puesta en escena acorde a la relevancia del momento, porque si algo debía quedar salvaguardado era, y esto es un dato de suma importancia, el carácter democrático de su elección hacia el cual estaban orientados todos los elementos que formaban parte del ritual de investidura, entre los que sobresale el que fueran elegidas ¿sin contradicción ninguna¿, o lo que es lo mismo, gracias al pleno consenso que sus personas lograron obtener por parte de la comunidad local a la que pertenecían. Completamos esta cuestión con aquellos requisitos de obligado cumplimiento como el que fueran doncellas, el único que no admitía ningún tipo de cuestionamiento; pero a continuación nos permitimos revisar la cuestión de la edad para atender al hecho, hasta ahora no tenido en cuenta, de la aplicación de dispensas. El que además debamos señalar expresamente que toda elección estuviera rodeada de todas aquellas expectativas que toda candidata fuera capaz de generar, completa esta cuestión. En la segunda parte nos ocupamos de su inserción en el contexto religioso y social que les tocó vivir. Lo planteamos desde el punto de vista de las oportunidades que la vida de beata, freila o serora era capaz de ofrecer a todas las candidatas, con todo el atractivo que suponía para ellas, concretamente tres: la primera, su propia distinción personal que se sintetizaba en la expresión ¿donzella en cabello; la segunda, las posibilidades de disfrutar de un nivel económico desahogado, prueba de ello es que algunas no tuvieron escrúpulos en buscar un lucro personal desmesurado; y en la tercera, nos ocuparemos de aquellas que vieron cumplido el sueño de su vida, el mismo que habían perseguido desde ¿siempre¿, según su propia terminología, y se dedicaron por completo al desempeño de este oficio, con una entrega y desprendimiento total, y de esta forma se convirtieron en justas merecedoras de todo tipo de parabienes y reconocimientos públicos. Si al comienzo intentamos poner de manifiesto la visibilidad de estas mujeres, no podemos menos que ocuparnos de aquellos ámbitos en los que queda meridianamente clara su transcendencia pública de sus personas. Lo hacemos refiriéndonos a su hábito elemento fundamental para reclamar un lugar propio en la sociedad de su tiempo. Pero lo más sorprendente es que su plena integración social les permitió que fueran capaces de generar un debate jurídico sobre si pertenecían a la jurisdicción civil o a la eclesiástica, cuando se trataba de eludir sus responsabilidades penales. También nos hacemos eco de otra controversia que ellas no encendieron, pero que les afectó por completo, como fue la de su presencia en los lugares sagrados en virtud de la aplicación de las constituciones sinodales. Gracias a esta controversia hemos reparado en que resultaban tan necesarias como molestas, y que contaron con firmes partidarios y acérrimos detractores: pruebas concluyentes de que todo lo referido a ellas tenía inevitables repercusiones públicas. Completamos esta cuestión refiriéndonos a que su vida se desarrolló entre la protección y el control social, para lo cual aportamos ejemplos y analizamos la figura del ¿testigo¿. Dado que la documentación consultada nos ha ofrecido suficientes informaciones hemos intentado completar su perfil de personalidad situándolas en el contexto religioso de su tiempo. Hemos podido además hacer un repaso de como se articulaban sus relaciones sociales con sus principales interlocutores planteadas con criterios de mayor a menor cercanía. Así analizamos las más cercanas como eran sus relaciones familiares, para a continuación ocuparnos de en qué términos discurrieron sus relaciones con los patrones, y para finalizar este apartado damos cuenta de aquellas cuestiones referidas a ellas que se intentaron solventar en las más altas instancias civiles (tribunales) y eclesiásticas (obispados). Cerramos este capítulo con un análisis del contenido de sus testamentos, que otra aportación de esta tesis, y cuyo valor radica en que es un documento insustituible para conocerlas de primera mano, por cuanto está producido por ellas mismas y contienen numerosos detalles de sus vidas. En la tercera y última parte hemos analizado las comunidades de beatas. Abrimos este capítulo dando cuenta del modelo de vida en soledad que algunas practicaron, aunque el que fueran dos estaba considerado el número ideal para el mejor cumplimiento de sus tareas. En aquellos casos en que fueron más y formaron pequeños grupos o comunidades, resulta oportuno dar a conocer cómo fueron las relaciones entre ellas, ya que hemos descubierto que en unos casos hubo un indudable compañerismo, y en otros debemos aludir a la existencia de una serora ¿mayor¿ que destacaba sobre el resto; aunque también en esta tesis aportamos ejemplos de relaciones conflictivas. Respecto a sus lugares de residencia destacamos que no podemos hablar de ¿beaterios¿, que en principio es el término que resultaría más propio, porque en todo momento se utilizada la palabra ¿casa¿. Hemos podido además dar cuenta del rico y complejo panorama de las comunidades de beatas, entre las que destaca el modelo que recibe el nombre de ¿hospital¿, sin que fuera una institución caritativa para la atención de los pobres. Enriquecemos este panorama con un ejemplo ciertamente singular e interesante como fue la comunidad que existió en Argomaniz (Álava-Araba), y con diversos intentos de fundación en el que cada fundador intentó que fuera acorde a sus gustos y deseos. El último apartado de esta tesis está dedicado al caso excepcional que para nosotros representa la villa de Salvatierra-Agurain (Álava-Araba). Cerramos la tesis doctoral con una síntesis que recoge las principales conclusiones del trabajo desarrollado.